* Las cosquillas tienen mucho que ver con el sexo
Es siete veces más probable que nos pueda hacer cosquillas alguien del sexo opuesto (en el caso de los heterosexuales), según las conclusiones de un grupo de investigación pionero en España del departamento de Psicología Experimental y Fisiología del Comportamiento de la Universidad de Granada liderado por el profesor Emilio Goméz Milán.

Los estudiosos españoles del fenómeno cosquilleante relacionan las cosquillas con el orgasmo ya que ambas manifestaciones suponen un placer mental que se da después de un estado de alerta (o excitación) inicial.
Como el fenómeno cosquilloso requiere de confianza y relajación, se supone que las personas más controladas, rígidas y desconfiadas serán menos proclives a dejarse llevar por las cosquillas o a sentirlas.


División de género por cosquillas
Las mujeres sienten más frecuentemente las cosquillas en la planta del pie, mientras que los hombres las sienten con más frecuencia e intensidad en los genitales y sus alrededores y en el pecho.

En general, reaccionan al toque de cosquillas las zonas más vulnerables como el cuello, las axilas, los costados, el vientre….
Cuanto más indefensos nos sentimos, aunque con confianza con nuestro cosquilleador, reaccionamos con más vehemencia frente al estímulo. Por esta razón, cuanta más gente haya delante, más cosquillas sentimos.
Una curiosidad: los zurdos son menos propensos a sentir esta placentera y turbadora sensación.

Manifestación primitiva de humor
Las cosquillas son caprichosas y se pueden considerar como una de las manifestaciones de humor más primitivas del ser humano y, también, de otros mamíferos. Los primates y las ratas son especialmente sensibles a estos estímulos.

Los perros también tienen cosquillas, especialmente si les tocas los pelitos que tienen entre las almohadillas de las patas, el vientre y las orejas.
Las ratas son más sensibles en la nuca. Y al parecer les encanta sentir esta escalofriante sensación…

El mecanismo de las cosquillas
No todo el mundo puede hacer cosquillas a todo el mundo. Como ocurre con la risa, para que se produzca esta sensación que nos descontrola un poco tiene que haber una falsa alarma que, cuando la mente registra que no es verdadera, da lugar a una liberación de tensión que se traduce en risa.

Por esta razón, los desconocidos no pueden retorcer de placer y agonía. La alarma por el contacto es verdadera.
Por tanto, para saber si alguien confía en nosotros y tenemos intimidad con él/ella o incluso posibilidades, podríamos probar a cosquillearle.

Es difícil que los varones heterosexuales puedan provocarse estas reacciones entre ellos ya que se perciben mutuamente como una amenaza. Entre mujeres heteros sí puede haber cosquillas.

Por último, es más fácil que la persona que tiene el rol dominante, como, por ejemplo, un padre con su hijo, haga cosquillas a su “subordinado” pero difícilmente sucederá al revés.

¿Autocosquillas?
La mayoría de los seres humanos no pueden hacerse cosquillas a sí mismos. Sólo un reducido grupo de humanos pueden lograrlo y desatar la risa en sí mismos: los esquizofrénicos que creen que su pensamiento no les pertenece sino que otra persona lo ha insertado en su mente. Inquietante…

Pero mejor disfrutemos de las cosquillas que nos pueden hacer y que podemos hacer…


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